Flores comestibles ¡del jardín al plato sin miedo!
Curiosidades
Descubre qué flores puedes usar en tu cocina
Parece un mito, ¡pero es realidad! Hay flores que se comen y, además, no todas nos aportan lo mismo. Más allá de decorar, las flores son perfectas para dar un toque único y muy original a ensaladas, postres o bebidas. Eso sí, es importante tener presente que no todas las flores sirven y conviene conocer qué flores son comestibles, cuáles son seguras y cómo usarlas en la cocina.
Iñigo Segurola compartió hace poco una idea que nos sorprendió en Hogarmania: una ensalada con flores comestibles llena de color, sabor y delicadeza. La propuesta de Segurola es sólo una de las muchas formas que existen de incluir las flores a platos cotidianos y de nuestro día a día como son las ensaladas. Nos descubre una nueva manera de contemplar las flores más allá de lo estético.
Pero no basta con cortar un ramo o cortar las flores del tiesto de la ventana y llevarlo al plato. Es fundamental distinguir entre las flores que realmente son comestibles de las que pueden ser tóxicas o provocarnos molestias al ingerirlas. Algunas son perfectas para comer, otras sólo se usan para agregar aroma a las elaboraciones y algunas pueden incluso ser tóxicas (según indican los especialistas).
Flores que se comen: cómo saber si una flor es comestible
Antes de lanzarte a preparar un plato lleno de pétalos y color, necesitas saber esto.
¿Qué flores son comestibles (y cómo reconocerlas)?
Como comentábamos, no todas las flores son comestibles y, entre las que sí lo son, no se utilizan siempre de la misma manera.
Algunas de las flores más utilizadas en la cocina son la caléndula, la rosa, la capuchina, la borraja, la lavanda, la flor de calabaza y las violetas. Cada una aportando matices, sabores y aromas muy distintos a cada tipo de plato:
- Caléndula: Popularmente es conocida como el azafrán de los pobres al dar sus pétalos color y un ligero sabor picante y amargo a los platos. Es ideal para incluir en ensaladas, arroces o incluso para aromatizar mantequillas y aceites.
- Rosa: Se utiliza tanto en repostería como en infusiones. Sus pétalos tienen un sabor suave, ligeramente dulce y muy perfumado. Al ser tan aromático van ideal en postres, mermeladas o incluso para dar un toque floral a ensaladas.
- Capuchina: Tiene pétalos de colores vivos (naranja, amarillo y rojo) y un sabor ligeramente picante, ciertamente similar al berro o la rúcula. Combina genial al aportar frescor a ensaladas, quesos frescos o sándwiches.
- Borraja: Sus flores azules son comestibles y tienen un sabor tan fresco que llega a recordar al pepino. Se usan mucho para decorar ensaladas, sopas frías y bebidas.
- Lavanda: Tiene un aroma floral inconfundible, además de que su sabor es intenso, floral y con notas dulces que recuerdan un poco al romero. Se utiliza mucho en repostería (en galletas y bizcochos, por ejemplo), en infusiones e incluso en carnes y quesos. Su sabor es tan intenso que te recomendamos no abusas y usarla en pequeñas cantidades.
- Flor de calabaza o calabacín: Es muy popular en la cocina mexicana e italiana. Su sabor es suave y delicado, con un toque vegetal parecido al calabacín. Se suelen rellenar las flores de calabacín de queso, rebozar y freír . No obstante, también la podemos ver en sopas, tortillas o pastas.
- Violetas: Una de las más bonitas en nuestra opinión y que aportan un sabor dulce y floral, con un toque afrutado, que las hacen muy interesantes. Son muy populares en confitería (caramelos de violeta, jaleas, azúcar aromatizado…), aunque también se pueden usar frescas en ensaladas, postres y cócteles.
Todas ellas son seguras si se consumen frescas, aunque debemos asegurarnos de que provienen de fuentes confiables.
Flores que no son comestibles y precauciones generales
NO TODAS LAS FLORES SON COMESTIBLES. Te lo ponemos en mayúsculas, porque es muy importante saber esto, así que te recomendamos leer este punto con atención.
Muchas plantas ornamentales (que se usan como decoración) son tóxicas y no deben consumirse en ninguna circunstancia.
Incluso dentro de las variedades comestibles, debemos prestar especial atención al origen de estas. No las recolecten en parques o jardines públicos, ya que pueden haber sido tratadas con químicos o estar en una zona habitual de paseo de perros.
Y es que un aspecto para tener en cuenta es la higiene. Al consumirse frescas, las flores pueden contener bacterias o esporas de hongos, entre otros. Lavarlas bien, pero con cuidado de no romperlas, con agua limpia antes de consumirlas es esencial para reducir riesgos.
- Compra siempre flores etiquetadas como comestibles o cultívalas tú mismo sin pesticidas. (Ocasionalmente se pueden encontrar en supermercados como Lidl o Mercadona)
- Utiliza preferiblemente sólo los pétalos, habiéndoles retirado los estambres y los pistilos. Estos pueden resultar amargos o pueden crear irritación.
¿Qué flores no son comestibles?
Entre las flores no comestibles y que resultan tóxicas encontramos el lirio, la azalea o la adelfa, las cuales nunca deben consumirse.
Usos en la cocina: cómo hacer flores comestibles
Una vez sabemos distinguir las flores comestibles de las que no lo son, toca ponerlas a prueba en la cocina. Lo mejor es que se adaptan genial tanto a recetas dulces como saladas, así que las opciones son muchas, ¡para todos los gustos!
- Los pétalos de rosa o de azahar pueden aromatizar desde mermeladas hasta bizcochos o panes.
- La borraja se emplea en ensaladas y cócteles, ya que su sabor recuerda al pepino y aporta frescor.
- Violetas y pensamientos funcionan muy bien en repostería, yogures o incluso en cubitos de hielo para bebidas.
La cave está en no abusar: las flores se usan como condimento, en pequeñas cantidades, para realzar el plato. Así evitas que un sabor demasiado intenso arruine la preparación.
Frescas, enteras o en pétalos
Lo más común es añadir sólo los pétalos (sin el cáliz ni el pistilo) a ensaladas, cremas frías, cócteles o como decoración en postres. Dan color y sabor sin necesidad de cocinarlos.
Cocinadas en rellenos, frituras o guisos
Algunas flores, como la flor de calabaza, se cocinan directamente, ya sea rellenas de queso, rebozadas y fritas. También se pueden añadir a sopas, guisos y tortillas.
Machacadas, trituradas o infusionadas
Flores como las rosas, violetas o lavanda se pueden machacar y mezclar con azúcar para aromatizar postres. Otra técnica muy útil es infusionarlas en agua, leche, nata o almíbar antes de incorporarlas a masas de bizcocho, panes o galletas. Incluso podemos hacer helados o cremas con dichas infusiones.
La caléndula («el azafrán de los pobres»), por ejemplo, se seca y se tritura para usar sus pétalos como si fueran especias que tiñen y aromatizan arroces o panes.
Cristalizadas o confitadas
Algunas flores, como las violetas, se pueden cubrir con clara de huevo y azúcar para cristalizarlas. Quedan genial de esta manera para utilizar como decoración comestible en tartas, galletas o bombones.