Aceite de semillas: Tipos, sabor, usos y beneficios
Aceite de semillas para freír

Con un nombre tan descriptivo, poca duda cabe de que los aceites de semillas son aquellos que se extraen, precisamente, de las semillas de una planta. Se trata de una variedad concreta dentro de los aceites vegetales.
Mientras que el aceite de girasol, sésamo o soja sí que son aceites de semillas, el aceite de oliva, por ejemplo, o el de aguacate son aceites vegetales también, pero no entran en la misma categoría al ser extraídos de los frutos enteros de sus correspondientes plantas (el olivo y el aguacatero).
Tipos de aceites de semillas
Las semillas de la que se extraen dichos aceites determinan el sabor, propiedades y, en base a esto, el uso que les damos en la cocina.
Aceite de girasol
El aceite de girasol es el más popular y más utilizado aceite de semillas. Su uso ha ido a más influenciado también por el aumento de precio que ha sufrido esta última larga temporada el aceite de oliva, ya que el de girasol resulta más económico.
Es principalmente conocido por su precio más asequible, así por su sabor suave y ligero, lo que lo hace ideal para las frituras como las croquetas, Nuggets o las patatas fritas. Recetas en las que necesitamos más cantidad de aceite y, además, nos aprovechamos de que este tipo de aceite no aporta demasiado sabor al resultado final.
Se trata de un aceite rico en grasas poliinsaturadas y vitamina E. En su conjunto es una de las alternativas al aceite de oliva más valoradas.
Aceite de semilla de uva
Su sabor resulta algo afrutado, con un ligero toque dulzón y de muy poca acidez. No obstante, resulta suficientemente suave como para considerarse neutro, por lo que su uso en la cocina es de lo más versátil. Su alto punto de humo, sin embargo, hace que destaque especialmente para freír o asar. También queda ideal como base de salsas como mayonesas o marinados.
El aceite de uva es rico de antioxidantes, vitamina E y ácido linoleico. Asimismo, no contiene colesterol, por lo que también es una alternativa muy atractiva para personas que padezcan de obesidad, diabetes o hipertensión.
Aceite de semillas de calabaza
El sabor del aceite de calabaza resulta algo más dulce, aunque destaca también por un toque de sabor ligeramente tostado al estilo de los frutos secos tostados. Aunque su aroma resulta intenso, también es equilibrado y más suave que el de sésamo, para que tengas una referencia.
Se puede utilizar tanto en plato salados como en postres. No obstante, no es conveniente exponerlo a temperaturas demasiado altas, ya que pierden todas sus propiedades y su sabor y aroma pueden alterarse hasta el punto de resultar desagradables.
Es ideal para incluir en aliños de ensaladas, así cómo para utilizar de aderezo en recetas de todo tipo como cremas, pasta, sopas, legumbres, huevos y hasta ¡patés!
Combina especialmente bien con la calabaza, calabacín y prácticamente todas las hortalizas de temporada de otoño e invierno (boniato, coliflor, zanahoria, brócoli, coles de Bruselas...).
El aceite de calabaza es rico en antioxidantes y ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados y ácido linoleico (omega 3 y omega 6). Contiene grasas saturadas vegetales, pero no colesterol.

Aceite de colza
De color amarillo claro, el sabor del este tipo de aceite de semillas es parecido al de la nuez, aunque resulta suficientemente suave y neutro como para hacer patatas fritas o verduras al horno sin que alteren su resultado final.
El aceite de colza o aceite de canola no tiene una buena acogida en España al estar su imagen relacionada con el escándalo «Síndrome del Aceite Tóxico». Un hecho que marcó fuertemente en la historia de País y que supuso una intoxicación masiva en España en mayo de 1981 con graves consecuencias.
Se dio por el consumo del aceite que fue importado para uso industrial, habiendo sido desnaturalizado con anilina al 2%, y que, posteriormente, fue «desviado al consumo humano».
Hoy en día su uso es seguro, aunque sí que es mucho más popular en el norte de Europa, donde se utiliza como condimento.
Aceite de soja
A diferencia de lo que nos podríamos imaginar guiadas por el sabor salado de la salsa de soja, el del aceite de soja es un sabor neutro y de lo más versátil en la cocina.
Su textura es más ligera que las de otros aceites, por lo que popularmente se usa mucho en frituras ya que, una vez hechas, son algo más sencillas de escurrir.
No cabe mucha diferencia en cuanto a si es más saludable que el aceite de girasol. Asimismo, el aceite de soja o soya es rico en ácidos grasos poliinsaturados, aminoácidos, yodo, zinc y vitaminas E y A.
Aceite de cacahuete
El aceite de cacahuete o maní es especialmente popular en los países del sudeste asiático.
El sabor del aceite de cacahuete virgen es fiel al del fruto seco, por lo que resulta ideal para darle ese extra a los platos, una práctica bastante popular en la India y otras partes de Asia. Una vez refinado, al aceite de cacahuete pierde intensidad y su sabor se pierde siendo prácticamente imperceptible.
Es rico en grasas monoinsaturadas (conocidas como grasas buenas) y bajo en grasas saturadas (las malas).

Aceite de maíz
El uso de este aceite en la cocina es de lo más versátil dado a su suave sabor y su capacidad de soportar altas temperaturas. Como no tiene un sabor fuerte que pueda influir en el resultado final de los platos notablemente, también es común utilizarlo como aderezo de ensaladas, salsas o marinados.
Se trata de un acete vegetal rico en vitamina E, antioxidantes y ácidos grasos esenciales.
Aceite de linaza
Este aceite se extrae de las semillas de la planta Linum usitatissimum. Una planta de la cual se aprovecha su tallo para la confección de tejidos (el lino) y su semilla para el consumo humano al extraer harina, aceite y hasta hacer infusiones.
El sabor del aceite de lino es algo más especial al mantener un ligero toque amargo. Para aprovechar tanto esta característica, como para sacar provecho a todas sus propiedades, lo mejor es tomarlo en crudo como aliño de ensaladas, arroces, sopas, pasta... No obstante, bien podéis cocinar también con él.
Es un aceite conocido por su gran contenido de ácido alfa-linolénico (un ácido graso omega-3), linoleico y vitamina E.