Errores que arruinan un bizcocho (y cómo salvarlo)
Trucos de cocina
Evita los errores más comunes al hacer un bizcocho y consigue que te quede perfecto cada vez
Hacer un bizcocho es un básico de la repostería, pero como toda receta dentro de esta rama de la cocina, tiene sus trucos y claves para que quede bien. ¿Cuántas veces te ha pasado que tu bizcocho ha quedado demasiado duro, seco o aplastado? A mi muchas, más de las que me gustaría confesar, pero te aseguro que todo es cuestión de conocer el paso a paso y estos truquitos que te dejo a continuación.
Muchos fallos tienen que ver con pasos que parecen insignificantes. Desde la temperatura del horno, cómo mezclas los ingredientes o incluso el tipo de moldes que utilizas. Saber cuáles son y corregirlos marcan por completa la diferencia.
Si quieres que tu bizcocho, sea del sabor que sea, quede esponjoso, tierno y jugoso, ¡atenta que te traigo la solución! Repasamos los errores más comunes que suelen estropear el resultado de este postre y, lo más importante, ¡cómo solucionarlos! Vamos allá. ;)
Los errores más comunes que arruinan un bizcocho
Hacer un bizcocho es fácil, siempre que cuidemos de detalles como estos. Hay fallos que parecen pequeños, pero que influyen muchísimo en el resultado final. Te explico cuáles son y algunos trucos para mejorarlos.
Medir mal los ingredientes
Un clásico en la que todas hemos caído ya sea por pereza, falta de un peso o las prisas. No obstante, nos guste o no, los gramos y mililitros son importantes. Usar tazas en vez de báscula o apurar la harina sin tamizarla, puede cambiar la textura del bizcocho. La precisión es clave en casos como estos.
Demasiada harina hace que el bizcocho quede seco y denso; muy poca puede hacer que quede hundido. El tamaño de los huevos también influye, demasiado grandes supone más líquido y que se hunda; demasiado pequeños, que quede más seco. Demasiado azúcar, por ejemplo, puede caramelizarlo antes de tiempo.
Pesa los ingredientes secos y líquidos con exactitud. La verdad es que una báscula de cocina será tu mejor aliada.
La temperatura de los ingredientes
La mantequilla fría, los huevos recién sacados de la nevera o la leche helada pueden hacer que la mezcla no se integre bien y la textura del bizcocho quede rara.
Es clave que los ingredientes principales estén a temperatura ambiente antes de empezar a preparar la masa. Así que, sácalos un ratito antes del frigo y listo, tan sencillo como esto.
Descuidar la levadura o añadirla a ojo
Un bizcocho que no sube o se hunde al final, puede ser fruto de tener la levadura caducada o mal medida. Y en contra de lo que popularmente pensamos, cuanta más levadura, no tiene porqué quedar más alto el bizcocho. Al contrario, de hecho, tanto poca levadura, como demasiada, pueden darnos el mismo resultado: un bizcocho apelmazado y nada esponjoso. De ahí la importancia de las medidas justas.
Para evitar este error, es tan sencillo como pararnos a comprobar la fecha de caducidad y respetar las cantidades indicadas en la receta y el paquete de levadura (según la marca puede variar la intensidad de su efecto).
Confundir harina de trigo con otras harinas
Hablemos de la harina. No todas son iguales, eso lo sabemos, pero debemos tener especialmente presente que no todas mantienen o necesitan la misma humedad. No es tan sencillo como sustituir una harina de trigo por una integral, la cual es más seca y necesitará a su vez, un reajuste en el resto de los ingredientes (sobre todo los líquidos).
Las harinas integrales o sin gluten tienen comportamientos distintos. Usarlas sin compensar puede arruinar la textura. La solución es usar la harina indicada en la receta o busca equivalencias fiables. ¿Mi recomendación? Busca una receta en específico con el tipo de harina que quieras usar.
Mezclar demasiado o demasiado poco
Batir en exceso desarrolla el gluten y hace que tu bizcocho quede duro. Mezclar poco y dejar grumos, por su parte, provoca que el interior de este quede irregular con distintos puntos de cocinado (con partes crudas incluso).
La opción correcta es incorporar los ingredientes secos suavemente, en tandas y tamizándolas siempre, hasta que desaparezcan, sin obsesionarse con la perfección. Procura usar siempre movimientos envolventes en este tipo de masas para que no pierdan volumen ni aire.
Incorporar aire de forma incorrecta
Y hablando del aire, ¡este es otro de los errores más comunes! A veces, mover demasiado la masa o hacerlo con movimientos demasiado bruscos o rápidos después de haber montado las claras o nata, provoca que éstas se apelmacen y el aire se escape. Es la manera más común de que un bizcocho pierda esponjosidad.
El truco está en mezclar siempre suavemente y sólo hasta integrar los ingredientes. Con cuidado de no perder la textura de este tipo de ingredientes montados, para que no pierda volumen la masa (dentro de lo posible).
Usar moldes inadecuados
El tamaño, material y forma del molde influyen directamente en la cocción. Un molde demasiado grande es sinónimo de un bizcocho plano y. seguramente, poco esponjoso. Al contrario, uno demasiado pequeño (y alto) puede hacer que nuestro bizcocho se queme por los bordes mientras que el interior todavía sigue crudo.
El tamaño del molde va acorde con las cantidades, por lo que se ajusta la receta al molde. Normalmente, por eso mismo se indica en la receta el tipo, forma y tamaño del molde. Tampoco de agobies, existe un estándar de los más comunes que suelen valer para todo, como los desmontables de 20 cm de diámetro.
No preparar bien el molde
Y, por supuesto, no te olvides de engrasar el molde del bizcocho de manera adecuada (con aceite y harina espolvoreada) antes de añadir la masa dentro para que, después, puedas desmoldar tu bizcocho fácilmente y sin romperlo.
No respetar la temperatura del horno ni precalentarlo
Para empezar, es importantísimo que en el momento de introducir nuestro bizcocho en el horno esté ya a la temperatura que requiere la receta. No consisten en calentarlo en más temperatura menos tiempo, ni menos en más. Si la receta indica 180ºC, son 180ºC. 200ºC hará que se queme y se sece; menos grados hará que el bizcocho se hunda.
Otra cuestión es el hornear a ojo. Respeta los tiempos y comprueba en los últimos minutos con un palillo largo o un cuchillo que esté hecho por dentro.
Un truco muy práctico es que, si ves que se está dorando demasiado rápido por arriba sin hacerse por dentro, posa un trozo de papel de aluminio sobre el molde. Sin ajustarlo, solo posado. De esta manera evitarás que el calor le dé de forma directa y así le de tiempo a hacerse por dentro sin quemarse.
Abrir el horno antes de tiempo
La curiosidad mató al gato ¡y al bizcocho! Una regla básica de repostería: Nunca se abre la puerta en los primeros minutos cuando estamos horneando bizcochos, magdalenas u otros bollos.
Abrir la puerta en los primeros 20-25 minutos hace que se hunda. Sé paciente y espera a que esté casi listo antes de asomar la cabeza y comprobar si está listo por dentro. Por algo son transparentes las puertas de los hornos. ;)